domingo, 20 de diciembre de 2020

AMADEUS

PETER SHAFFER



Que no los confunda la fama de la película: la obra de teatro de Peter Saffer fue antes. De hecho, Peter Shaffer colaboró en el guión de la película basada en su obra, e hizo algunas alteraciones sustanciales. Claro que también hay que decir que Shaffer no puede atribuirse el mérito de inventar el mito de que Salieri asesinó a Mozart por envidia: este rumor nació poco después de la muerte del propio Mozart, y fue introducida ya en una obra de teatro nada menos que de Pushkin, adaptada después por nada menos que Rimski-Korsakov (gracias, Wikipedia).
Sería absurdo criticar a la obra por no ser históricamente verídica, no solo porque la ficción no debe rendir necesariamente pleitesía a la realidad, sino porque el propio Shaffer introduce dos elementos que cuestionan la propia veracidad de la obra: en primer lugar, como en la película, toda la obra está narrada por el propio Salieri en sus últimos días, ya senil y demente, por lo que no es un "narrador fiable"; y además, otros dos personajes, a modo de marco narrativo, comentan la acción de la pieza y la cierran definitivamente repitiendo "No me lo creo, no me lo creo" ante las noticias de la autoinculpación de Salieri.
Hay dos elementos que en la obra me parecieron mucho más evidentes que en la película: el humor, y el sexo. La obra es muy divertida, y está llena de personajes ridículos (Mozart, el emperador, el propio Salieri incluso), aunque en la segunda parte pierde ese tono ligero para hacerse cada vez más sombría. En cuanto al sexo, está constantemente presente en la forma en que Salieri mira el mundo: sexualidad reprimida o sublimada a través de la música, que se convierte en lujuria desatada después de la "rebelión contra Dios".
Amadeus ha pasado a la cultura popular como una representación casi mítica de la envidia. Pero hay otro tema que me parece igualmente interesante: el misterio del genio creativo. Cómo nace. En qué consiste. Cómo se reconoce. Por qué ciertas personas están tocadas por el don magnífico (y a veces, terrible) del artista mientras que otras deben conformarse con ser meros "artesanos" de su oficio, con dignidad pero sin grandiosidad. Por supuesto, la oposición radical que plantea Shaffer es tramposa y simplista (entre otras cosas, porque Salieri era, en opinión de los musicólogos, un compositor notable), pero contiene el germen de una pregunta verdadera y muy contemporánea: ¿quién decide quién es artista y quién no lo es? ¿La posteridad, el poder, la moda, los críticos? ¿Es el genio algo innato o es fruto del trabajo (o no existe)? ¿Está en el creador, o en la creación?
Y todo esto, claro, con música de Mozart. Qué más se puede pedir... Si quieres saber mas de esta bonita historia haz click aqui

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