SVETLANA ALEXIEVICH
En la historia del premio Nobel de Literatura, existen muchos periodistas que lo han ganado,(La lista de los Nobel del periodismo narrativo es infinita, afortunadamente. "La balada de Abu Grahib” de Philip Gourevitch; La tumba de Lenin, de David Remnick; Gottland, de Mariusz Szcygiel; Hiroshima, de John Hersey; Cristo con un fusil al hombro, de Ryszard Kapuscinski; Ponche de ácido lisérgico, de Tom Wolfe; Ifigenia en Forest Hills: Anatomía de un asesinato, de Janet Malcolm; El oro y la oscuridad, de Alberto Salcedo Ramos; Cómo hacer un presidente, de Theodorer White; El desmoronamiento, de George Packer; Historia del presente, de Timothy Garton Ash… aunque ninguno hasta ahora galardonado estrictamente por su obra periodística. Formalmente, tampoco es el caso de Svetlana Alexiévich, distinguida por la Academia Sueca por “su obra polifónica, un monumento al sufrimiento y al coraje de nuestro tiempo”; aunque, si nos acercamos a sus narraciones, no encontramos ficción, poesía o literatura dramática, los géneros usualmente valorados como literatura, sino unos relatos casi siempre en primera persona de millares de desconocidos ciudadanos rusos y de las antiguas repúblicas soviéticas, gente común que explica sus propias vidas, emociones, experiencias e ideas.
Los libros de Alexiévich tienen mucho de historia oral e incluso de antropología social, también de memorialismo colectivo o coral, pero son ante todo fruto de un trabajo periodístico. El buen periodista es aquel que sabe preguntar y, sobre todo, repreguntar, hasta extraer el máximo grado de verdad de sus entrevistados. La Nobel bielorrusa, además de poseer el don de hacer hablar a la gente hasta confiarse a su interrogadora, tiene la virtud antiperiodística de la paciencia. Su trabajo es persistente y lento. Charla con sus testigos durante meses en entrevistas sucesivas; repasa las transcripciones de las grabaciones una y otra vez, y deja, al final, que reposen durante años hasta componer, mediante un trabajo de montaje narrativo muy cuidado, esos libros polifónicos sobre los grandes acontecimientos trágicos del pasado soviético.
Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es una historia de la guerra, ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en guerra. ¿Qué les ocurrió? ¿Cómo les transformó? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? Estas mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas, cuentan la parte no heroica de la guerra, a menudo ausente de los relatos de los veteranos. Hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la angustia y de la sombra omnipresente de la muerte. Alexiévich deja que sus voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había atrevido a usar en la primera versión.
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Los libros de Alexiévich tienen mucho de historia oral e incluso de antropología social, también de memorialismo colectivo o coral, pero son ante todo fruto de un trabajo periodístico. El buen periodista es aquel que sabe preguntar y, sobre todo, repreguntar, hasta extraer el máximo grado de verdad de sus entrevistados. La Nobel bielorrusa, además de poseer el don de hacer hablar a la gente hasta confiarse a su interrogadora, tiene la virtud antiperiodística de la paciencia. Su trabajo es persistente y lento. Charla con sus testigos durante meses en entrevistas sucesivas; repasa las transcripciones de las grabaciones una y otra vez, y deja, al final, que reposen durante años hasta componer, mediante un trabajo de montaje narrativo muy cuidado, esos libros polifónicos sobre los grandes acontecimientos trágicos del pasado soviético.
Casi un millón de mujeres combatió en las filas del Ejército Rojo durante la segunda guerra mundial, pero su historia nunca ha sido contada. Este libro reúne los recuerdos de cientos de ellas, mujeres que fueron francotiradoras, condujeron tanques o trabajaron en hospitales de campaña. Su historia no es una historia de la guerra, ni de los combates, es la historia de hombres y mujeres en guerra. ¿Qué les ocurrió? ¿Cómo les transformó? ¿De qué tenían miedo? ¿Cómo era aprender a matar? Estas mujeres, la mayoría por primera vez en sus vidas, cuentan la parte no heroica de la guerra, a menudo ausente de los relatos de los veteranos. Hablan de la suciedad y del frío, del hambre y de la violencia sexual, de la angustia y de la sombra omnipresente de la muerte. Alexiévich deja que sus voces resuenen en este libro estremecedor, que pudo reescribir en 2002 para introducir los fragmentos tachados por la censura y material que no se había atrevido a usar en la primera versión.
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