ANNE RICE
Anne Rice abandona momentáneamente las historias de vampiros para adentrarse en la vida de Jesucristo, concretamente en los primeros años de vida de éste. La autora cede la palabra al propio Jesús, quien, con la voz de un niño de siete años, narra sus primeros recuerdos en Alejandría y su traslado, poco tiempo después y junto a su familia, a Nazaret. Es la primera parte de una trilogía que podría relevarse polémica: en un sueño, Jesús, el niño narrador, se encuentra con Satán.
El empleo de la perspectiva del infante Jesús como conductor del texto provoca que el lenguaje empleado por Rice en su fabulación histórica sea frugal, sencillo, primario, adecuado a los pensamientos infantiles y enaltecido en los mismos por su singularidad y la inmersión en el descubrimiento progresivo de unas facultades que le catapultarían a convertirse en figura clave del pensamiento y la historia.
Es también reseñable, dentro de esta historia centrada en un niño curioso y confuso en su naturaleza dual, el apropiado retrato de las diversas facciones judías y la cierta credibilidad que consigue la autora en tal retrato histórico-espiritual, tanto a nivel íntimo, individual, como en su expansión colectiva, social y política, bastante prolija en detalles.
Como aspectos menos positivos se le puede achacar la superficialidad en algunas relaciones que, con mayor incisión en las mismas, ayudarían a incrementar la intensidad del relato, la morosidad en la descripción de varios pasajes que atora el ritmo de la narración, y que el interés del asunto no viaja mucho más allá de sus premisas básicas de introducción al grueso de la trilogía.
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